CARA DE CABALLO

Hace muchos años, cuando yo era niño, llamaron urgente a mi papá para solucionar un problema en una de las iglesias cerca de la ciudad de Santa Cruz, Bolivia. Aparentemente, un miembro de esa iglesia había donado el dinero para comprar la mitad del techo del templo.


Con el pasar de los años, el hermano se enojó con el pastor y amenazó con irse a otra iglesia y llevarse la mitad del techo. Vanas fueron las excusas y las palabras del pastor. Este hombre se iba y se llevaba consigo medio techo.

Desesperados, llamaron a mi papá.

En la reunión convocada para tocar este tema se hallaba la congregación en pleno, los dignatarios de la iglesia, el pastor y mi papá. Procedieron a explicar con detalle el caso y finalmente, mi papá tuvo la oportunidad de dirigirse a la asamblea.

Sus primeras palabras fueron: “¿Quién es el cara de caballo que quiere dejar la casa de Dios sin techo?” Nadie esperaba que un pastor dijera esas palabras y con tanto énfasis.

El silencio sepulcral fue hecho añicos cuando el culpable se puso de pie y con lágrimas en los ojos, entre sollozos, pidió perdón a Dios y a los presentes y prometió no llevarse el techo y no irse de la iglesia.

Mi papá siempre ha sido una persona muy elocuente.

2 comentarios:

Claudio dijo...

Los cara duras trascienden el tiempo y el espacio... hahaha!
Son como las moscas, no importa cuanto se trabaje para erradicarlas, siempre existirán...

...ojalá como ellas, vivieran un dia no mas.

Anónimo dijo...

cara de caballo....
jejejejeeeeeeee..

Muy Buena historia.

en todos lados aparecen los cara de caballos o no?
los que no aparecen mucho son quienes se atraven a encararlos..jejee

Saludos

Rodrigo Cárdenas